lunes, 2 de junio de 2008

Personajes de Nasca: El Marqués de Eulestia (Salvador Navarro)

Qué lejano el tiempo polvoriento en la infancia cuando en Nasca, casi una aldea, era una aventura llegar al encanto de la cocha de Bisambra y chapotear en sus aguas bajo el incesante cacareo de las gallaretas escondidas en los juncos de sus orillas. Infantiles momentos de quienes ya pasaron al reposo de los idos o son reposados abuelos en el invierno de sus vidas... Fue en uno de esos andares que aparece en el recuerdo, la figura de uno de los personajes folklóricos más interesantes de Nasca: el Marqués de Eulestia. No muy alto; su delgada y negra estampa destacaba las no desagradables facciones que coronaban en negro y ensortijado cabello, con mirada que dejaba aflorar una curiosa inteligencia que obligaba a su interlocutor a poner interés en lo que él decía. ¿Su vestir?, pues, sí, de singular elegancia. Con sarita en verano y sombrero berzalino en invierno. Siempre a la moda. Por algo era sastre, y de los buenos. ¿Dinero?, sólo lo que ganaba con el acierto de sus agujas y tijeras. No llegaba por entonces a los treinta abriles y sus décimas y poemas eran el toque preciso y oportuno en cuanto festejo y reunión se daba en la villa. Indudablemente, Nasca tuvo en él una anticipada versión de Nicomedes Santa Cruz. Aunque su nombre real y verdadero era Críspulo Restituto Molina, él decía llamarse Marqués de Eulestia, pretendiendo tal denominación por haber sido quizá alguna vez en sus años mozos en Lima, aprendiz con el sastre que vistió a don José de la Riva Agüero propietario del nobiliario título de Marqués de Aulestia¬.Nuestro personaje vivía en ell Barrio de las Latas de Nasca; este había sido el escenario en que se habían desarrollado las últimas andanzas del Marqués. Por entonces él ya estaba perdido en las garras del alcoholismo, que finalmente, en un súbito colapso, lo llevó a la tumba. Ironías de la vida. Él, que pocos días antes reíase con Pío Dávila y en contrapunto a una décima, le decía: El que es cojudo al cielo no va Porque lo joden aquí Y se lo tiran allá. Pobre Marqués, tirado sobre unos pellejos en el húmedo suelo de una cantina del Barrio de las Latas, yacía muerto y solitario sin que ninguno de sus tantísimos amigos lo acompañara en su mortal soledad. Por suerte, alguien avisó a Tiburcio Rojas, joven vecino nasqueño con quien el Marqués se trataba de pariente y que acababa de llegar de Lima en su camión interprovincial. Tiburcio, con gran sentimiento y tristeza, viendo el solitario abandono de los restos del criollo payador, llamó a su hermano Julián y ambos se hicieron la solemne promesa de enterrar digna y cristianamente a tan genuino representante de la bohemia nasqueña. Sin embargo, una gran preocupación embargaba a los hermanos Rojas. El velorio estaba vacío. No había nadie. Las horas transcurrían y seguía la triste soledad. -¿Qué hacemos?-, se decían, -¿De dónde sacamos gente? Otra vez la suerte batió sus alas benevolentes con la aparición de Characuta, fiel y abnegado súbdito de Baco. -Por si acaso-, díjole Julián a Tiburcio, -voy a mandar por unos tragos, de manera que tú, Characuta, que eres buena gente, te vas donde Lisung y te compras una lata de cañazo, una rueda de cigarrillos Nacional y media arroba de coca. Toma la plata. Y Dios, en su grandeza, no podía abandonar al bueno del Marqués. No bien regresó Characuta con los encargos, el tremendo tufillo –no tufillo sino tufo– de su curtida garganta lo delató haberse anticipado a todo protocolo innecesario en él, descubriendo la pureza y fuerza del bendito trago. Salió disparado el Characuta como chasqui con pescado para el Inca y ¡Oh prodigio!, comenzaron a llegar los "patas" del finado. No se podría saber si fue por los informes del Characuta o por el olímpico olfato de que dispone la mundial cofradía de los borrachos. Lo cierto es que fue llegando tanta y tanta gente que ya no cabía en la cámara mortuoria y copó casi el Barrio de las Latas; y, caso curioso, cada cual llevó su vela que, prendidas en la noche, con la ciudad a oscuras -ya que la luz Más sinopsis sobre Personajes de Nasca: El Marqués de Eulestia
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Personajes de Nasca: El Marqués de Eulestia por Salvador Navarro Cossio 2008